Publicado en: http://www.xataka.com/historias-de-la-tecnologia/en-1886-las-maquinas-de-vending-se-disenaban-para-dar-calambres-no-refrescos
La electricidad era un
pequeño misterio a finales del siglo XIX. En aquella época las investigaciones
de ciertos científicos trataban de determinar el efecto de la
electricidad en el cuerpo humano, y en algunos casos se afirmaba que en
pequeñas dosis las descargas podían ser beneficiosas para la salud.
En el libro
"Arcades and Slot Machines" escrito por Paul Braithwaite, encontramos
una de las primeras aplicaciones de aquellas suposiciones: una patente de una máquina de vending que ofrecía pequeñas descargas eléctricas a cambio de dinero.
La patente, con el
título de "Aparato eléctrico operado con monedas", fue registrada
por Norman W. Russ y concedida en Inglaterra en
1886, y su creador la registró en otros países como Francia, Bélgica, Canadá o
los Estados Unidos, donde se la concedieron en mayo de 1888.
La máquina funcionaba
con un principio muy simple que hacía que tras introducir la moneda y pulsar el
pedal de la máquina se cerrase un circuito que proporcionaba una corriente
eléctrica. Dicha corriente podía variar en intensidad según la persona
manejase una de las dos empuñaduras que sobresalían de la caja que contenía el
resto de los componentes.
En la patente no hay
especificación alguna sobre la corriente eléctrica suministrada, y tampoco
explicaciones sobre los teóricos beneficios de tales descargas, pero ya décadas
antes habían aparecido investigaciones médicas sobre
el llamado "galvanismo" que, suponían algunos, ayudaba a curar
enfermedades e incluso -como antecedente del desfibrilador cardíaco- reanimar
un cuerpo muerto.
Aquela teoría
impulsada por Luigi Galvani -ya hablamos de él en nuestro repaso a esos
teóricos científicos locos que existieron pero que no eran peligrosos- sería popular en las primeras décadas del siglo XIX, y parece claro que
Russ se inspiró en ella para su invento. Del cual, por cierto, no se sabe si
logró a ponerse en funcionamiento práctico en algún momento.
Esas máquinas sí han
tenido su versión real, y de hecho algunas de ellas se pueden ver en México,
donde las llaman máquinas o cajas de toques, y que se han convertido en una
singular atracción para los viandantes y grupos de amigos, que pueden
"comprobar" su resistencia a esas descargas.
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